ivanojanguren.com

BLOG DE DESARROLLO PERSONAL DE 
Por qué tu OBJETIVO no debe ser REALISTA

Por qué tu OBJETIVO no debe ser REALISTA

Lo malo no es ponerte objetivos elevados y no conseguirlos; lo malo es ponerte objetivos pequeños y conseguirlos.


Objetivos REALISTAS


Se habla mucho de que nuestros objetivos han de ser realistas, pero, ¿qué es un objetivo REALISTA?

Lo que consideramos realista depende de nuestra propia experiencia previa y nuestra propia concepción sobre ese objetivo.

Es decir: es una idea en tu cabeza absolutamente parcial y subjetiva. Es una opinión, nada más que eso.

No existen objetivos “poco realistas”, lo que existen son opiniones personales y subjetivos acerca de si un objetivo es o no realista.

De este modo, te invito a que dejes de pensar en eso de que existen objetivos “poco realistas”; cuando se trata de tu propio crecimiento personal, no debemos fijarnos límites marcados por nuestra idea preconcebida (y limitada) del mundo.

En realidad, lo importante cuando te planteas un objetivo es sentir que eso, por muy elevado que sea, sea algo factible que llevará tu vida al siguiente nivel.

¿Puedes conseguir tu objetivo?

Tal vez en estos momentos no tengas los recursos necesarios o ni tan siquiera sepas exactamente cómo vas a hacerlo; aún así, tienes que tener una convicción (basada en la intuición, tal vez) de que eso que quieres es factible.

Cuidado aquí con los boicoteadores internos: en ocasiones tendemos a pensar que no podemos conseguir algo porque creemos que no podemos. Por lo tanto, para responder a la pregunta de si tu objetivo es o no realista, deberás obviar y callar todas las vocecitas del tipo “es que lo he intentado antes y no pude” o “es que soy un desastre” o “es que me disperso mucho” o  (escribe tu frase a continuación) “_____________________”.

No te dejes engañar por tus propias ideas preconcebidas sobre lo que se puede o lo que no. Simplemente trata de ser lo más práctico y realista posible tomando la decisión.

Por ejemplo: imaginemos que quieres mejora tu salud y para ello, también deberás abandonar un hábito tóxico (fumar). ¿Es realista? Lo más seguro es que sea realista para ti “dejar de fumar”, aunque puede que te asalten pensamientos del tipo: “el problema es que ya lo he intentado en el pasado y no lo conseguí” o “no sé como voy a hacer para quitar el hábito”. Este tipo de pensamientos son interferencias (que trataré en futuros posts) que tendremos que gestionar, aunque no deberán influir en tu decisión sobre si el objetivo es realista o no. El objetivo es realista, sin duda, al menos en este caso.

tamaño planetas

Presta atención al “tamaño” del objetivo

El tamaño importa. Al menos en cuanto a objetivos se refiere. Un objetivo muy complejo o ambicioso (aunque factible) podría desanimarnos por su envergadura. 

Si sientes que tu objetivo es demasiado ambicioso te invito a que lo dividas en pequeños objetivos intermedios más manejables. De hecho, siempre que tengas un objetivo muy ambicioso deberás hacer un plan de acción con pasos a seguir e hitos a cumplir; cada uno de esos pasos es un objetivo más pequeño aunque tremendamente necesario para alcanzar tu objetivo más elevado.

Luego tu objetivo deberá ser lo suficientemente grande como para que te motive, rete, exija y obligue a empezar lo antes posible y, al mismo tiempo, deberá ser lo suficientemente pequeño como para que no te sobrepase y desanime.

Truco: presta atención a cuándo quieres conseguirlo. En muchas ocasiones me encuentro que lo que hace o no factible un objetivo tiene que ver con la fecha en la cual quieres tener tu objetivo cumplido. Así, si crees que tienes un objetivo muy “sencillo”, prueba a adelantar la fecha; y viceversa, sin tu objetivo te agobia un poco, mueve la fecha hacia adelante. 

Juegas con las fechas (o con el objetivo en sí mismo) y encuentra el tamaño adecuado para aquello quieres conseguir.

comovisualizar

Si puedes imaginarlo, puedes conseguirlo

Te propongo un juego: piensa en tu objetivo y también cuándo quieres tenerlo realizado. Ahora, relájate en algún lugar con cierta intimidad y cierra los ojos e imagina que puedes ir al futuro; un futuro unos meses más allá de haber cumplido tu objetivo. 

¿Dónde estás? ¿Qué haces? ¿Cómo te sientes? ¿Qué te aporta haber alcanzado tu objetivo?

¿Eres capaz a imaginarte con tu objetivo cumplido? Si la respuesta es “no”, piensa que tal vez tengas que o bien cambiar la fecha de su consecución, o bien centrarte en el primer sub-objetivo (más cercano en el tiempo y más factible).


Basado en todo lo que acabas de leer,  te propongo una herramienta para que certifiques oficialmente tu objetivo como “realista”, ¿vamos a por ello?

sello_certificado

 


Herramienta #: Convéncete de que tu objetivo es realista


1# Elimina las interferencias

Cambia o transforma tu objetivo hasta que contestes positivamente a estas preguntas:

  • ¿Es mi objetivo factible, independientemente de los recursos, ayuda o información que ahora desconozco y que tendré que conseguir?
  • ¿Es mi objetivo factible, independientemente de los pensamientos o ideas preconcebidas que tengo sobre este tema en particular?

2# Asegúrate del tamaño del objetivo

Cambia o transforma tu objetivo hasta que contestes positivamente a estas preguntas:

  • ¿Es mi objetivo lo suficientemente grande como para que me empuje a la acción, me rete y exija?
  • ¿Es mi objetivo lo suficientemente pequeño como para que no me sobrepase, abrume y desanime?
  • ¿En cuántos sub-objetivos se divide este objetivo y por cuál de ellos tiene más sentido comenzar?

3# Imagina que lo has conseguido

Viaja al futuro con tu imaginación: tienes que ser capaz a verte a ti mismo/a con el objetivo cumplido. Cambia o transforma tu objetivo hasta que puedas visualizarte. Recuerda que si no eres capaz a visualizarte consiguiendo tu objetivo, deberás centrar tu atención en otro objetivo intermedio y necesario para comenzar el viaje con al motivación necesaria.


¿Quieres ampliar información? Vuelve al artículo “Cómo formular objetivos

¿Te PREOCUPAS demasiado? Prueba esto

¿Te PREOCUPAS demasiado? Prueba esto

Reflexiones sobre la inutilidad del “preocuparse mucho” 


Preocupación


¿Alguna vez te has sentido impotente ante una situación en particular? ¿Cuántas veces te has pasado minutos/horas/días dándole vueltas a ese suceso ocurrido que no deja que pienses en otra cosa? ¿Has reaccionado con miedo ante la perspectiva de algo que aún no ha ocurrido pero que podría ocurrir?

¿Alguna vez te han paralizado literalmente estos sentimientos? Si la respuesta es “sí”, te interesa seguir leyendo.

Mira, los seres humanos tendemos a invertir demasiado tiempo y esfuerzo en engancharnos con vivencias pasadas traumáticas o conflictivas y el hecho de revivirlas hace que todos esos sentimientos se vuelvan a reproducir en el presente. Claro, es que las emociones siempre las provoca un pensamiento.

Del mismo modo, también nos atrae fantasear sobre futuros inciertos y/o catastróficos; en este sentido es muy habitual que ante todo el abanico de posibilidades futuras, centremos la atención en las más negativas: nada más desalentador y alejado de la realidad objetiva.

Fíjate que lo justo sería que por cada vez que nos preocupemos por lo peor que pueda pasar, también nos regocijemos por lo mejor que nos pueda ocurrir.

Pero no, no lo hacemos. Nos quedamos solo con lo malo. En este sentido solemos ser bastante injustos con nosotros mismos.


Zona de Acción Vs. Zona de Preocupación


Hoy me gustaría hablar sobre la diferencia entre tu zona de acción (o zona de influencia) y tu zona de preocupación.

La zona de preocupación es esa zona nebulosa y macabra en la cual solo parece que alimentemos la hoguera de la ansiedad y el miedo; cuando nos movemos en esta zona simplemente reaccionamos.

Por ejemplo, estás en medio de un atasco en un día lluvioso y llegas tarde a una reunión importante; ante esta perspectiva maldices (en voz alta, claro) a la lluvia y al resto de la humanidad por haber ido a parar al mismo sitio donde estás tú; también te pones a fantasear acerca de un despido fulminante por llegar tarde, despido que, sin duda, hará que vayas al paro y que nadie te contrate nunca más, haciendo que no puedas pagar las facturas y que finalmente mueras de hambre y también mates de hambre a tu familia.

Amigos, todo eso es extremadamente difícil de que pase. Casi imposible. La pregunta clave es: ¿en qué prefieres pensar? ¿Qué te aporta más serenidad y recursos en ese momento concreto?

La zona de acción o zona de influencia es todo aquello que está en tu mano para lidiar con la situación; no es solo lo que puedes hacer en el mundo exterior, si no también lo que puedes hacer a nivel interno, esto es, todo el pensamiento que puedes generar proactivamente de modo que siempre tengas tú el control de cómo te sientes, independientemente del temporal externo.

influencia_preocupacion2

En el ejemplo anterior, ¿cómo puedes moverte a tu zona de acción? Tal vez podrías hacer una llamada de teléfono para avisar que llegas tarde, usar ese tiempo “extra” para preparar mentalmente lo que ibas a exponer o apuntarte en tu agenda “salir de casa 30 minutos antes de la hora habitual si tengo una cita importante”. También puedes decirte: “vale, a cualquiera le puede pasar esto; lo mejor será mantener la calma para no empeorar las cosas”.

Recuerda: cuando te mueves en tu zona de preocupación, quieras o no, estás disminuyendo tu poder para influir positivamente en la situación. O dicho de otra manera: estás atrayendo a tu vida todas esas cosas que no deseas.


“Dar importancia a las cosas” Vs. “Preocuparte”


Quiero compartir una experiencia personal (y tremendamente intensa) contigo.

En julio del 2014 planeé unas vacaciones con mi pareja a Mérida (vivo en Oviedo). Por aquel entonces teníamos un coche pequeño de segunda mano y sin aire acondicionado; un coche de esos que triplicaba su valor cada vez que llenaba el depósito, vaya.

Bien, como el viaje era largo y Mérida no era precisamente un destino “fresco” en verano, quedé el día del viaje con mi padre para intercambiarnos los coches. Él claro, tenía un coche más grande, más nuevo y con ese deseado aire acondicionado. Total, quedamos a las 10:00 de la mañana y nos pusimos en ruta mi chica y yo rumbo a Mérida.

Me encontraba a la altura de León conduciendo cuando mi chica recibió una llamada de teléfono que le cambió la cara – ¿Qué pasa?-Le dije. Pero no contestaba.

¿Sabéis que había pasado? En ese preciso instante mi padre acababa de sufrir un infarto incompatible con la vida. 63 años, joven, no fumaba, ni bebía; tenía algún achaque propios de la edad pero vaya, en absoluto nada que hiciese a nadie temer por su vida.

Ante esta situación uno puede adentrarse en la zona de preocupación: ¿por qué a mí? ¿Qué será de mi madre? ¡Justo ahora que me empezaba a sonreír la vida! ¡No me lo merezco!

Otra opción es moverte en la zona de acción: bien – me dije a mí mismo. Lo primero, vayamos hacia donde ha pasado todo; ahora, ¿dónde está mi madre? (en estado de shock en ese momento), ¿lo saben mis hermanos y demás familiares cercanos? por supuesto, también cuidar de mi mismo: llorar, pedir ayuda, buscar consuelo.

avestruz

No estoy sugiriendo que la zona de acción sea huir de las situaciones o de los sentimientos.

De lo que se trata aquí es de que si la vida nos pone en una situación complicada, lidiemos única y exclusivamente con la situación en sí y no con ese abismo de “preocupaciones” que no nos dejan ver más allá de la situación en sí misma; lo importante es quedarte con la realidad en estado puro, centrarte y ponerte manos a la obra.

Piensa que por mucho que te preocupes no vas a cambiar absolutamente nada (para bien) de la realidad física. Nada. Cero. Ni un ápice. Desde un punto de vista puramente práctico los pensamientos reiterados de preocupación y miedo no sirven para nada.


Herramienta# Cómo salir de tu zona de preocupación


 La próxima vez que te enfrentes a una situación complicada y te encuentres solo preocupándote, te invito a que aportes consciencia a la situación y trates de responder a estas preguntas:

  • ¿Qué puedo hacer ahora? ¿Qué pensamientos me ayudarían a sobrellevar la situación?
  • ¿Qué puedo aprender de esta situación? ¿Qué aprendizaje tiene esto que estoy sintiendo ahora?
  • ¿Qué puedo hacer para que esta situación no se vuelva a repetir en el futuro?
  • ¿Quién puede echarme una mano?  
  • Esto que estoy pensando o haciendo, ¿me aporta alguna solución o empeora las cosas? 

Desenvolvernos en la zona de acción nos llena de posibilidades prácticas y nos empodera. Caer en la zona de preocupación significa adentrarnos en el abismo del victimismo y de la falta de recursos.

Proactivo-Proactividad-Reactivo-Reactividad


Recuerda que por lo general la vida nos pone en situaciones para que podamos aprender; si vivimos una situación complicada y no aprendemos nada de ella, la vida es tan sabia que se encarga de ponernos de nuevo en el mismo sitio hasta que aprendamos.

Ley de vida.

Elige bien tus pensamientos la próxima vez: tu aprendizaje como ser humano está en juego.

OBJETIVOS: ¿te acercas o alejas de ellos?

OBJETIVOS: ¿te acercas o alejas de ellos?

No camines a ciegas: establece criterios para asegurar que todo lo que haces te acerca a tu objetivo


Objetivos específicos Vs. Objetivos abstractos


Para conseguir un objetivo es indispensable que puedas verificar que efectivamente lo has conseguido.

Parece obvio, ¿verdad?  

No todos los objetivos son iguales y no todos los objetivos son igual de fáciles de cuantificar; sí serán igual de fáciles de cuantificar cuando termines de leer este post 🙂

¿Alguna vez te has preguntado por qué en ocasiones intentas algo y no terminas de conseguir los resultados deseados?  Sigue conmigo ya que este es uno de los mayores errores con los que me suelo encontrar.

Dependiendo de la complejidad para verificar la consecución de los objetivos, podríamos separarlos en dos categorías diferentes: específicos y abstractos.

1# Objetivos específicos

Los objetivos específicos son aquellos objetivos cuya consecución es objetivamente comprobable por ti y por cualquier otra persona externa. “Encontrar trabajo”, “Ahorrar 2.000€ para un viaje”, “Facturar 30.000€ el año que viene” son buenos ejemplos de objetivos específicos. Es relativamente sencillo saber si lo has conseguido o no: simplemente tienes que hacer un chequeo que normalmente está definido en el enunciado del objetivo.

1# Objetivos abstractos

Los objetivos abstractos tienen un poco más de miga. Son mucho más subjetivos (dependen de tu propia visión e interpretación del objetivos) y no pueden ser juzgados (al menos en su totalidad) por agentes externos salvo por ti mismo. “Hablar mejor en público”, “Tener más paz interior”, “mejorar mi nivel de inglés” o “Llevarme mejor con mi pareja” son buenos ejemplos. 

La importancia aquí radica en que cada uno de nosotros tiene criterios diferentes para saber lo que significa “llevarme mejor con alguien” o “hablar en público” así que tendremos que ser muy cuidadosos y concisos a la hora de establecer los criterios que nos ayudarán a concluir que realmente hemos conseguido nuestro objetivo.

Este es el tema principal de este post: aprenderás a establecer qué tiene que suceder (qué tiene que pasar, qué tienes que ver, qué tienes que escuchar, qué tienes que sentir) para saber que has conseguido tu objetivo.

¿Te interesa?

  como-sabrás-que-has-conseguido-tu-objetivo


¿Cómo vas a saber que caminas en la dirección correcta marcada por tu objetivo?


Parece una pregunta obvia, ¿verdad? Pero, ya sabes: nada de lo que te pregunto es a la ligera. 

Uno de los grandes caballos de batalla que me he encontrado trabajando con personas es justamente este: no conocer qué tiene que pasar exactamente para saber si efectivamente estás haciendo lo que tienen que hacer para conseguir el objetivo.

La razón es tremendamente simple: sin saber qué tiene que pasar para saber que ya conseguiste lo que quieres, es completamente imposible hacer lo que tienes que hacer para conseguirlo.

Te invito a que leas de nuevo el anterior párrafo, es de vital importancia.

Tienes que saber “cuantificar” lo que quieres. Tienes que ser capaz a medir los resultados de tus acciones de modo que puedas calibrar y valorar si:

  1. Eso que haces te acerca a tu destino.
  2. Ya has llegado a tu destino.

Sólo cuando sepas exactamente lo que quieres harás lo necesario para conseguirlo. Nunca antes.

Mira, tu vida y tus objetivos son demasiado importantes como para que los dejes en manos del azar. Tal vez hoy no sepas exactamente qué es lo que sucederá cuando consigas tu objetivo pero estoy convencido de que ya tienes la suficiente información como para empezar a caminar en la dirección correcta.

¿Quieres aprender a cuantificar y medir los resultados de tus acciones y valorar así si has conseguido o te estás acercando a tu objetivo? Solo sigue leyendo.

check


Herramienta #: establece los criterios de consecución de tu objetivo


Bien, en este punto entiendo que ya has formulado correctamente tu objetivo. Ahora sigue los siguientes pasos:

1# Identifica el tipo de objetivo: ¿es específico o abstracto?

Identificar el tipo de objetivo nos dará una noción de cómo de fino tendremos que hilar en las siguientes preguntas de esta herramienta. Recuerda:

  • Los objetivos específicos son mucho más sencillos de cuantificar y normalmente sabremos si lo hemos conseguido simplemente a través de su enunciado. Ejemplo: “Quiero ahorrar 2.000€”.
  • Los objetivos abstractos son más subjetivos y los parámetros de su consecución dependerán de tu propia interpretación del objetivo. Ejemplo: “Quiero mejorar mi inglés”.

2# ¿Cómo vas a saber que has conseguido tu meta?

Independientemente del tipo de objetivo que tengas (más o menos abstracto), responde a estas preguntas:

  • ¿Cómo vás a saber que efectivamente has conseguido tu objetivo?
  • ¿Qué vas a ver, escuchar y sentir (desde el punto de vista fisiológico y emocional) cuando hayas conseguido tu objetivo?

Ejemplo: sabré que he mejorado mi inglés porque podré tener una conversación telefónica (en inglés) con mi hermano que vive en Liverpool.

3# ¿Cómo vas a saber que estás caminando en la dirección correcta?

Este punto está íntimamente relacionado con el anterior y te ayudará a discernir si efectivamente estás caminando en la dirección adecuada o si, por el contrario, tienes que hacer algún cambio de planes. Contesta a las siguientes preguntas con el mayor detalle posible:

  • ¿Cómo vás a saber que efectivamente estás consiguiendo tu objetivo?
  • ¿Qué vas a ver, escuchar y sentir (desde el punto de vista fisiológico y emocional) para asegurarte que estás consiguiendo tu objetivo?

Ejemplo: sabré que estoy mejorando mi inglés porque empezaré a entender más de las películas (en versión original), me notaré cada vez más suelto hablando con mi hermano de Liverpool y también pediré opinión a mi profesor sobre mis avances.

4# Establece acciones concretas en tu plan de acción

Es el momento de establecer criterios de medida en tu plan de acción. Añade a tu plan de acción todo aquello que consideres necesario (y con la periodicidad que creas oportuna) para que en todo momento sepas con total seguridad que lo que estás haciendo te acerca a tu objetivo:

  • Tareas de verificación de que lo que haces efectivamente te acerca a tu objetivo. Ejemplo: Hablar con mi hermano y preguntarle a mi profesor de inglés una vez al mes para ir apuntando avances
  • Tareas de verificación de que efectivamente has conseguido tu objetivo. Ejemplo: habré mejorado mi inglés cuando pueda tener una conversación telefónica sobre aspectos del día a día (casa, familia, trabajo, viajes, etc) con mi hermano.

¿Quieres ampliar información? Vuelve al artículo “Objetivos bien formados

OBJETIVOS BIEN FORMADOS

OBJETIVOS BIEN FORMADOS

Aprende a enunciar tus objetivos para que tirar la toalla NO sea una opción 


Objetivos “bien formados”


Todo objetivo deberá estar “bien formado”, es decir, deberá cumplir unas características concretas de modo que aumentemos de manera exponencial las probabilidades de conseguirlo.

Por norma general tendemos a marcarnos objetivos de manera incorrecta, más bien empujándonos fuera de nuestro estado actual y sin definir concretamente a dónde queremos ir.

¿Quieres conocer estas características? Solo sigue leyendo.


Características de los objetivos “bien formados”


¿Alguna vez te has preguntado qué es lo hace que no te pongas manos a la obra?, ¿o qué es lo que hace que comiences a hacer algo pero luego no lo termines?, ¿o incluso que, consiguiendo aquello que te habías propuesto, no te sientas satisfecho del todo?

Si te has sentido identificado con alguna de las anteriores preguntas, estás en el momento y en el lugar adecuado. Te cuento a continuación las características que tienen que cumplir tus objetivos para que no tires la toalla y camines siempre con la energía y convicción necesarias para poder llegar a buen puerto.  ¿Listo?

positivo

  1#: Está expresado en positivo (pon dirección a tus metas)

Los objetivos tienen que contener en su enunciado el estado deseado y no el estado actual. Objetivos como “no quiero seguir con sobrepeso” o “quiero dejar de tomar tanto café al día” no están bien formados. Se trata más bien de una huída hacia adelante, pero de ningún modo enuncia realmente lo que quieres.

Así, en el ejemplo anterior te preguntaría: ¿para qué quieres dejar de tener sobrepeso? Imagina que ya no tienes sobrepeso: ¿qué es diferente en tu vida? La respuesta a estas preguntas serán las que te den la perspectiva suficiente como para reformular tu objetivo de modo que represente el estado al que quieres ir, y no del que quieres huir o escapar.

Amplía información: aprende a poner dirección a tus metas.

ecologico

  2#: Es equilibrado

 Sí, los objetivos, al igual que el cualquier ecosistema, tienen que tener un equilibrio natural en nuestra vida. Así, un objetivo equilibrado es aquel que está alineado con quien realmente somos y que bajo ningún concepto desequilibra algún aspecto de nuestra vida. ¿Conoces a alguien que haya dejado de lado su vida familiar por una mejora salarial y luego se haya arrepentido? ¿Te ha pasado alguna vez que dedicándole tiempo a alguna meta concreta te has visto obligado a abandonar debido a que otra situación de tu vida se vio afectada negativamente?

Todos tus objetivos deberán cumplir tres características:

  1. Tienes que estar dispuesto a hacer lo que tienes que hacer para conseguirlo sin desequilibrar tu vida.
  2. Tienes que estar dispuesto a asumir las consecuencias derivadas de haber conseguido tu objetivo.
  3. Tienes que mantener todo lo bueno del estado actual en el estado deseado.

Amplía información: aprende a no perder tu equilibrio vital.

especifico

  3#: Es específico

Tus objetivos tienen que tener un mínimo de especificidad. Así no es lo mismo decir “quiero un trabajo” que “quiero un trabajo de camarero, en jornada continua y con un sueldo de al menos 1500€ al mes”. Define tu objetivo lo mejor que puedas para que sea mucho más sencillo ponerte manos a la obra.

Amplía información: aprende a ser específico

objetivorealista

  4#: Es realista

Importante: solo tú sabes lo que es realista para ti. Y más importante aún: lo que no es realista puede que sí lo sea para otros y viceversa. Sé que es un punto un poco resbaladizo ya que aquí nos adentramos en el terreno de las creencias personales. Un dato: una meta realista es perfectamente compatible con asumir riesgos y enfrentarse a desafíos, es decir, soñar es importante a la hora de definir tu objetivo.

No caigas en la trampa de marcarte objetivos basados solo en lo que has visto u oído: sueña con algo grande y luego conviértelo en objetivos pequeños más manejables que se ajuste a tu idea de “realista”.

Aún así, deberás chequear si lo que quieres conseguir es algo factible para ti.

Amplía información: aprende a ser realista

medible

  5#: Es medible

En ocasiones nuestros objetivos son abstractos. Por ejemplo “quiero hablar mejor en público” o ” quiero sentirme mejor”. Lo importante en este tipo de objetivos es que pienses lo siguiente: ¿qué concretamente vas a ver, escuchar y sentir cuando hayas conseguido tu objetivo? Incluso más importante, ¿qué vas a ver, escuchar y sentir para saber que efectivamente estás caminando en el camino correcto hacia la consecución de tu objetivo?

Amplía información: aprende a establecer criterios de verificación

accion

  6#: Está orientado a la acción

Recuerdo aquella persona que trabajó conmigo hace un tiempo y me dijo: Iván, tengo claro mi objetivo: “quiero que mi jefe deje de ignorarme”. “Ah! -le dije yo- genial, entonces no me necesitas! Simplemente vete a casa y siéntate tranquilamente mientras tu jefe decide dejar de ignorarte.”

¿Ves por donde voy? Un objetivo bien formado deberá permite comenzar y mantener acciones que te acerquen a la consecución del mismo. De ningún modo podrás hacer nada por caminar a tu estado deseado si delegas toda la responsabilidad en otras personas o condiciones externas.

deseable

  7#: Es deseable

Un buen objetivo es aquel que, de todo corazón, quieres conseguirlo y te eleva a un sitio mejor; te eleva a un lugar donde te sientes más tú mismo. Vivimos en un mundo donde en ocasiones las presiones culturales, sociales o familiares influyen de manera implacable en nuestro día a día. Un buen objetivo es aquel que realmente quieres conseguir para ti y no ha sido impuesto por nada ni por nadie.

fechaconsecucion

  8#: Tiene una fecha de consecución

La diferencia entre un objetivo y un deseo es justamente eso: una fecha. Ponerle fecha a nuestros sueños hace que ordenemos toda la información que necesitamos y nos empuje a la acción. Por muy bien que hayamos formulado nuestro objetivo no sirve de nada si no le ponemos un marco temporal.

Así, ¿cuándo quieres tener tu objetivo cumplido? Escribe la fecha que te parezca más coherente y realista con la información que manejas en estos momentos.

Amplía información: Sin fecha no tienes un OBJETIVO.


PASOS PARA FORMULAR CORRECTAMENTE UN OBJETIVO


  1#: Escribe un objetivo que consideres importante en tu vida en este momento.

Puedes hacer uso de la herramienta “La rueda de la vida” si te sientes perdido.

  2#: Revisa cada una de las características que te he propuesto en este post.

  1. Uno a uno, sin prisas, comprueba que tu objetivo concuerda con todos los criterios que te he propuesto; anota todo lo que se te ocurra que pueda aportar valor añadido.
  2. Modifica el objetivo y/o la formulación del mismo según tus notas. Lo importante es que el resultado final sea lo más coherente posible. ¡No olvides ponerle fecha!

 3#: Haz algo ya, no esperes

Si has seguido estos pasos, es probable que tengas una idea más clara y realista de lo que quieres. Anota en un papel qué es lo que puedes hacer hoy mismo de modo que te acuestes por la noche más cerca de tu objetivo cumplido.

OBJETIVOS: ¿conoces el detalle de lo que quieres conseguir?

OBJETIVOS: ¿conoces el detalle de lo que quieres conseguir?

Descubre por qué es importante definir muy bien lo que quieres conseguir


¿Conoces el detalle de lo que quieres?


Uno de los mayores problemas al que nos enfrentamos cuando queremos conseguir algo es que no conocemos el detalle de lo que queremos.

Así, no es lo mismo “quiero encontrar trabajo” que “quiero un trabajo por cuenta ajena como técnico de Recursos Humanos, ganar un sueldo de al menos 30.000 € brutos al año y con posibilidad de crecimiento profesional dentro de la empresa”. 

Hay diferencia entre los dos enunciados, ¿verdad? ¿Cuál de los dos crees que te ayudará más a centrarte en lo que quieres y caminar en la dirección marcada por tu objetivo?

Eso es, has acertado.

Mira, cuantos más detalles añadas a tu objetivo, mejor. ¿Quieres saber por qué?

  • Tendrás más claro que recursos que vas a necesitar. No es lo mismo “querer un coche” que “querer un coche de segunda mano, no más de 6.000 €, diésel y con menos de 60.000 Km”. Así, en el primer caso podríamos irnos al universo de “coches disponibles en venta”; por el contrario, en el segundo,ya podremos hacer filtros previos a la hora de buscar (dinero, concesionarios con coches de segunda mano o Kilómetro Cero, etc, etc).
  • Te ayudará a listar las acciones que tendrás que llevar a cabo para conseguirlo. 
  • Los detalles te proporcionarán más información de tu objetivo en todo su conjunto, permitiéndote ser más consciente de todo lo que implica: qué vas a necesitar, cuánto tiempo vas a necesitar, etc.
  • Por otro lado, detallar lo máximo posible eso que quieres hace que puedas tener una foto lo más completa posible de las posibles implicaciones de dicho objetivo en tu vida: tiempo que tendrás que invertir (y si estás dispuesto a invertirlo) y también de cambios que se producirán una vez tu objetivo haya sido alcanzado.

especificoperfeccionista


Los peligros del perfeccionismo


Cuando nos planteamos un objetivo, en realidad, estamos haciendo un ejercicio imaginativo: con la información que manejamos hoy nos hacemos una idea de qué queremos y de cómo será nuestra vida cuando tengamos el objetivo cumplido.

El caso es que, en realidad, no sabemos qué va a pasar exactamente: no sabemos si nuestras acciones funcionarán como esperamos, no sabemos a ciencia cierta que consecuencias concretas tendrá nuestro objetivo cumplido en nuestros vidas.

Solo cuando pasamos a la acción para acercarnos a nuestro objetivo podremos confirmar todo lo que habíamos imaginado; y déjame decirte algo: muchas veces la realidad no se corresponde al 100% con la idea que teníamos preconcebida en la cabeza.

Es por esto que debes ser flexible en el viaje a la consecución de tu objetivo. Debes adaptarte al resultado de tus acciones, modificando las acciones futuras e incluso la manera de comprender tu objetivo.

Como te comentaba en otro post “Cómo conseguir todo lo que te propongas“, lo importante no es el objetivo. Lo importante es lo que te aporta caminar hacia él: todo lo que aprendes, todo lo que celebras.

Un objetivo no es más que una herramienta donde lo importante es en lo que te conviertes y lo que aprendes caminando hacia tu objetivo… Y, e última instancia, consiguiéndolo, aunque tal vez por el camino el objetivo se haya transformado en algo diferente debido a la información obtenido durante el viaje, pudiendo incluso llegar a la conclusión de que para conseguir lo que te aportaba el objetivo tienes que cambiarlo de forma radical o directamente dejarlo de lado.

Recuerdo una persona que trabajó conmigo un objetivo concreto: quería acercarse a su expareja para averiguar si podría tener sentido volver con ella y así tener una vida “tranquila y en paz”; esta persona tenía dos hijos compartidos y muchas experiencias muy buenas vividas fruto de aquella relación. Durante el viaje, descubrió que en realidad lo que buscaba con su objetivo no estaba tan ligado a retomar su relación anterior como dedicarse tiempo a sí mismo. Así, tras unas pocas sesiones, su objetivo cambió radicalmente de la noche al día; eso sí, lo que quería conseguir (tranquilidad, paz) seguía siendo la finalidad última en su segundo objetivo.

Te regalo una reflexión: el fracaso es un invento. Es el invento de aquellos humanos perfeccionistas, rígidos y cuadriculados que se fijan más en el objetivo en sí mismo que en lo que les proporcionará dicho objetivo cumplido. Estas personas se identifican en cuerpo y alma con el objetivo creyendo que si  no consiguen exactamente eso que se habían planeado y haciendo exactamente (y sin posibilidad de cambio) lo que habían previsto hacer para conseguirlo, entonces ya nada tiene sentido en sus vidas, teniendo pues profundos sentimientos de “fracaso”.

Una locura. Un suicidio vital.


Herramienta #: especifica tu objetivo


1# Anota todos los detalles relacionados con tu objetivo

¿Ya has formulado tu objetivo? Genial. Ahora es el momento de hacerlo un poquito más específico. Puedes ayudarte de las siguientes preguntas:

  • ¿Qué significa concretamente para ti conseguir ese objetivo? ¿Qué quieres conseguir concretamente?
  • ¿Cómo definirías exactamente tu objetivo?

2# Anota las implicaciones que tienen los detalles que has detectado

Normalmente añadir detalles concretos de lo que quieras nos ayudan a detectar acciones, tareas o recursos que vamos a necesitar. Te dejo algunas preguntas que podrán ayudarte a conocer estas implicaciones:

  • Echa un vistazo a lo que has escrito: ¿te has pasado de específico?
  • ¿Qué vas a necesitar para llevar a cabo tu objetivo en los términos en los que lo has definido?
  • ¿Qué nuevas acciones se derivan de haber especificado tu objetivo? ¿Estás dispuesto a llevarlas a cabo?
  • ¿Cómo afectará a tu día a día la consecución de tu objetivo? 
  • ¿Cómo afectará a tu vida en su conjunto haber conseguido tu objetivo en los términos en los que lo has definido?

Ser específico te acercará a ese lugar donde tu vida tendrá “más” de eso que anhelas.

¿Quieres ampliar información? Vuelve al artículo “Cómo formular objetivos