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Emprendimiento colaborativo: una iniciativa práctica para construir un mundo mejor

Escrito por: Iván Ojanguren
Publicación: agosto 1, 2021

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Unir capacidades complementarias de distintas personas con el fin de resolver problemas concretos y que consideramos relevantes para construir un mundo donde todos quepamos


El emprendimiento clásico está agotado


Iré al grano: bajo mi punto de vista, la idea de la persona emprendedora clásica está agotada.

Me refiero a ese tipo de emprendimiento solitario y basado única y exclusivamente en el retorno económico. Me refiero a ese emprendimiento inerte en el que montar un negocio solo es un medio para conseguir un fin: la viabilidad económica. Ese modo de emprender que deja a un lado aspectos no menos importantes como el disfrute personal con tipo de trabajo que has de desempeñar y su compatibilidad con tus propias destrezas, o si ese retorno económico viene como resultado de dejar el mundo un poquito mejor en un contexto que consideras importante para ti y para los demás.

Es decir, el modo en el que se enseña emprendimiento clásico no contempla dos aspectos fundamentales en el éxito de cualquier proyecto en el largo plazo:

  • Verificar que las tareas que vas a realizar están alineadas con tus habilidades y capacidades.
  • Asegurarse de que tu propuesta de valor es motivadora para ti y objetivamente positiva para los demás.

 


Las 2 claves para el éxito que no escucharás en las escuelas de emprendedores


Si echas un vistazo a las escuelas de negocio y emprendimiento, verás que ponen en valor aspectos como la importancia de hacer una buena propuesta de valor y un buen modelo de negocio; lo necesaria que es la ambición personal, la capacidad para aprender y reciclarte, la autoevaluación, la autoconfianza, la capacidad para organizarse y asumir riesgos; o lo crucial de la resiliencia o las habilidades para la comunicación y el liderazgo.

Todo esto está muy bien. En serio. Es más, muchos de esos aspectos, sino todos, son importantísimos.

Ahora bien. Existen otros aspectos que son igual de importantes y que, a mi juicio, poco o nada se incide en ellos y que, sobre todo en los primeros meses, puede marcar una verdadera diferencia en el devenir de ese proyecto que quieres llevar a cabo.

Y es que da igual todo lo que aprendas…, si ese aprendizaje está vinculado a una área de conocimiento que ni te va, ni te viene. Da igual el estudio de mercado que hayas hecho…, si el producto/servicio que tienes que desarrollar o entregar no está dentro de la expresión de tus habilidades y capacidades. No importa que tengas una maravillosa estrategia a largo plazo o que hayas conseguido financiación…, si no sientes que ese proyecto es de verdad relevante para el mundo.

¿Por qué? Porque tanto tu propuesta como la ejecución de la misma estarán carentes de eso que llaman pasión, impidiéndote desarrollar y entregar ese producto/servicio en su mejor versión y disminuyendo la viabilidad de tu proyecto en el medio y largo plazo. Te doy un par de razones para esto:

  • Relacionado con tus destrezas particulares: piensa que, si todo va bien, ese proyecto será tu nuevo trabajo al que dedicarás, al menos, la mitad de tu vida consciente. Por ello, debemos verificar que somos buenas/os y talentosos/as en aquello que vamos a llevar a cabo si es que queremos de verdad ganarnos la vida con ese proyecto en el largo plazo. 
  • Relacionado con tu propuesta de valor: una de las razones por los que muchas personas abandonan proyectos es la desmotivación que sigue a los malos resultados. Sin embargo, si sientes que el tipo de problema que tu producto/servicio va a resolver es realmente importante (mejoras algún aspecto en la vida de las personas que consideras relevante), entonces tendrás un empuje extra de motivación que te permitirá, al menos, darle el recorrido oportuno a tu propuesta para maximizar sus opciones de éxito.

 


Generar riqueza sostenible


Aquí quería llegar.

Echa un vistazo a los problemas que acechan a la Humanidad, incluso a los países desarrollados: agotamiento de recursos, cambio climático, desigualdades y estratificación social, procesos de dualización social (entre los que pueden acceder a un trabajo y los que no), desempleo estructural y un largo etcétera de problemas sociales, económicos y ambientales.

El mundo necesita un modo diferente de entender el crecimiento y la creación de riqueza. La riqueza no es solamente obtener un beneficio económico: la riqueza también significa que ese impacto que estás generando con tu trabajo es objetivamente positivo en los destinatarios y que sirve incluso a un fin mayor.

Riqueza significa que conseguimos un retorno económico mejorando la calidad de vida de algún sector de la población en algún aspecto sin que por ello nuestra propuesta tenga efectos colaterales ni en nosotras/os mismas/os ni en nadie.

Riqueza significa que tanto uno/a mismo/a como las personas a las que servimos con nuestro trabajo consigan ostentar una vida digna y feliz, al tiempo que no afectamos de forma negativa a otros colectivos o al planeta en su conjunto.

Por ello, antes de comenzar a pensar en una propuesta de valor económicamente viable, esto es lo que necesitas saber:

  • Descubre qué habilidades tienes, es decir: qué talentos pones en marcha en un contexto determinado para resolver un problema concreto. 
  • Descubre qué contextos son aquellos en los que más disfrutas poniendo en marcha tus habilidades.
  • Descubre qué problemas (aunque sean genéricos) sientes que es importante resolver a qué colectivo o colectivos. Tiene que ser algo que sientas necesario y relevante para construir el mundo que quieres ver ahí fuera. Es decir, debes descubrir a qué fin mayor (positivo y relevante) sirve ese problema que quieres resolver.

Así, una vez que ya tengas una idea más o menos clara de estos puntos, entonces ya podrás comenzar a focalizarte en los aspectos/conceptos arquetípicos (y repito, también relevantes) del mundo de los negocios que, en mi opinión, deberían enseñarse a posteriori.


¿Cuáles son tus ROLES?


¿A qué te dedicas profesionalmente? Dedica unos segundos responder a esta pregunta.

La mayoría de las personas responden a esta pregunta bien con su profesión (fotógrafo, docente, empresaria, artista, jardinero, ganadera, secretario, etc.), bien con su titulación académica (coach, psicólogo, ingeniera, periodista, abogado, etc.).

El concepto que quiero introducir aquí es el de rol.

El rol, por decirlo de algún modo, es una sub-actividad que llevas a cabo dentro de tu profesión. Por ejemplo, un fotógrafo, además de saber hacer buenas fotos,  también puede ser un buen asesor de imagen, o ser experto en buscar localizaciones, o retocar fotos de forma excepcional, o tener la habilidad de sacar lo mejor del modelo que está fotografiando, entre otras. Es más, una productora de televisión podría contratar a ese fotógrafo solo para buscar localizaciones, o solo para retocar la imagen de un documental, o solo para crear un ambiente distendido en una sesión fotográfica. 

¿Por qué es tan importante conocer tus roles? Porque así tendrás una mejor idea de qué funciones puedes desempeñar a nivel profesional, más allá de lo abstracto que tiene referirnos simplemente a nuestra “profesión” o “titulación”.

El rol es una pieza fundamental cuando abordamos el tipo de emprendimiento que vengo a proponerte hoy: el emprendimiento colaborativo.

 


Emprendimiento colaborativo y por proyecto


Tras 7 años en el mundo del emprendimiento puede decir alto y claro uno de los mayores enemigos de la persona emprendedora: la soledad.

La soledad como elemento emocional con la que uno tiene que convivir; pero además, la soledad a la hora de abordar las vicisitudes que acompañan a cualquier propuesta de negocio: comunicación, documentación, marketing, reinvención, facturación y un extensísimo (y a veces aburridísimo) etcétera.

También en este tiempo he comprendido muy bien aquella máxima que un día me dijeron, pero a la que no hice demasiado caso: “Caminando solo irás más rápido…, pero no llegarás muy lejos”.

¿Sabes? Trabajando y co-creando con más personas surgen sinergias y dinámicas creativas inexistentes cuando nos enfrentamos al papel en blanco en nuestra soledad. Si además te juntas con personas con habilidades muy distintas (y complementarias) a las tuyas, mejor que mejor: el resultado puede ser realmente sorprendente e innovador.

Otro aspecto que he descubierto en estos años es que, más importante que crear un modelo de negocio infalible (si es que eso existe) es centrarte en un problema concreto, probar a resolverlo y luego, una vez que esa propuesta está testada, entonces es el momento de empaquetarlo para poder venderlo al mundo.

Con este modelo de emprendimiento, lo que tratamos es de juntarnos con personas con capacidades complementarias a la nuestra pero que comparten la misma visión, la misma motivación y las misma ganas en mejorar una situación concreta. Así, cada persona tendrá un rol determinado (o varios) en el proyecto, siempre acorde con sus habilidades y siempre dirigidos con una meta concreta, medible y realista.

Es decir: haz la ingeniería al revés: resuelve el problema primero y luego, plantéate cómo monetizarlo. Esto es lo que llamamos emprendimiento por proyecto; decide un problema concreto que quieras ayudar a resolver y una tarea o proyecto (pequeño) concreto que ayude resolverlo de forma colaborativa entre varias personas. No se trata de invertir 6 meses en documentar una propuesta de valor  y un prototipo de un un producto mínimo viable (MVP) y en enviar formularios a tus amigos sobre si les parece mejor o peor ese producto: mejor invierte 3 meses de forma colaborativa en resolver un problema y, si la cosa funciona, busca el modo de vestirla, adecuarla, mejorarla y venderla.

Todo este proceso es el que explico al alumnado en mi curso online “Emprendimiento Colaborativo”, si quieres más información puedes pinchar en este enlace.

 


Un futuro donde todas las personas quepamos


Con este modelo de emprendimiento tratamos de acercar a las personas aún más a su entorno y a hacerlas partícipes de su propio devenir, al tiempo que detectamos más problemas que puedan solucionarse de forma colaborativa entre personas que utilicen sus habilidades.

En definitiva: es un modelo que sirve de catalizador para que las personas co-creen su futuro sin olvidar que el retorno económico no sirve de nada si no ayudamos a crear el mundo que queremos ver ahí fuera.

¿Sabes? Soy de los que piensa que el mundo no se “cambia”. El mundo se crea. A cada instante estás creando el mundo en el que vives.

Lo creas en cada contacto con otro ser humano, en cada conversación. Lo creas cuando te levantas por la mañana y das los buenos días a tu pareja. Lo creas cuando das las gracias al camarero que te sirve ese café calentito y humeante por la mañana.

Lo creas cuando agradeces una ducha a presión, porque, créeme, la echas de menos cuando no la tienes.

Lo creas cuando en el terreno laboral buscas tu propio beneficio a la par que el beneficio de los demás.

Porque la vida no trata de elegir una cosa u otra… ¡Qué va! Se trata de comprender que las dos partes deben tenerse siempre en cuenta. 

Tú.

Y los demás.

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