Descubre por qué tus objetivos deben guardar un equilibrio con el resto de tu vida
Equilibrio vital
¿Sabes? Vives en constante equilibrio. A la vida le va bien el equilibrio.
Tomas la cantidad de aire necesaria: si tomas más, te hiperventilas, si tomas menos… bueno, mejor no hagas la prueba.
Lo mismo con los alimentos: una alimentación en la cantidad y variedad equilibrada para ti es la que mejor te sienta; si tomas mucho de esto o poco de esto otro puede que empieces a notar los efectos negativos (falta de equilibrio).
También es probable que trates de mantener un equilibrio relacionado con el tiempo que te dedicas a ti mismo y el tiempo que le dedicas a otras personas; lo mismo con el tiempo que le dedicas al trabajo, el tiempo que le dedicas a descansar o el tiempo que le dedicas al ocio.
También tenemos equilibrio de pensamientos, equilibrio de acciones, equilibro en el ejercicio físico que realizas diario, equilibrio entre lo que ganas y lo que gastas, equilibrio entre el tiempo que pasas solo y acompañado, etc, etc, etc.
Tú tienes tu propia versión de lo que una vida equilibrada significa para ti. Y es genial.
Antes de seguir: ¿podemos acordar entonces que, en general, nos va bien el equilibrio?
Ecología y objetivos
La ecología es la ciencia que estudia la relación entre los seres vivos y su entorno. Decimos que algo es ecológico cuando no rompe el equilibrio, no agrede, no interfiere negativamente en el devenir natural del sistema en su conjunto.
Así, cuando tenemos objetivos nos pasa exactamente lo mismo: los objetivos tienen que ser ecólógicos, es decir, equilibrados con nuestra vida; no deben agredir ni interferir de forma negativa en nuestra vida.
¿Qué significa esto?
Significa que todo lo que quieras conseguir supondrá un cambio a 3 diferentes niveles en tu vida y ninguno de ellos deberá desequilibrarte:
- Tendrás que hacer algo diferente en tu día a día para conseguir el objetivo. Claro, y es que tendrás que cambiar (o tal vez eliminar) algunos de tus hábitos actuales de modo que crees el espacio necesario para dedicarle tiempo a tu nueva meta. Así, si quieres mejorar tu salud, puede que tengas que crear espacio para salir a caminar y comprar y cocinar alimentos más saludables.
- Tendrás que asumir las consecuencia de conseguir tu objetivo. Si una de las tareas para tener salud es perder 10 Kilos, ¿cómo afectará en tu vida? Tal vez tengas que comprar ropa nueva, acorde a tu nueva talla, por ejemplo. Del mismo modo, puede que comiences a gastar más dinero en comida más saludable.
- Tendrás que mantener lo bueno de tu vida anterior (cuando el objetivo no estaba todavía conseguido). Puede que para perder peso tengas que abandonar ciertos hábitos sedentarios (ver la TV ) o picar entre horas, y tal vez, estos momentos te estén proporcionando sensación de paz y descanso. Así, paz y descanso deberán seguir estando cuando consigas “más salud”.
Estos tres puntos se pueden reducir a un refrán popular que me encanta: “no puedes desvestir a un santo para vestir a otro santo”. O dicho de otro modo: para conseguir algo que anhelas no puedes desatender otro aspecto también importante en tu vida.
¿Te apetece que veamos cada punto con un poco más de detalle? Allá vamos.
¿Guarda tu objetivo el equilibrio natural de tu vida?
Herramienta # Las 3 comprobaciones innegociables
Bien, ten delante tu objetivo y realiza las siguientes comprobaciones:
Ejemplo de objetivo: quiero tener más salud.
1# ¿Estás dispuesto a hacer lo que tienes que hacer?
Va, no pretendo que sea una pregunta “motivacional” del tipo “¡eh, tú, deja de hacer el vago y ponte manos a la obra!”, ni mucho menos.
La pregunta tiene mucha, mucha miga.
Piensa: ¿Qué vas a tener que hacer para conseguir tu objetivo? ¿Cuánto tiempo le vas a dedicar al día? ¿Qué otras cosas vas a dejar de hacer para dedicarle tiempo a este objetivo? ¿En qué sentido va a impactar hacer esto en tu vida?
Anota las respuestas en un papel. Ahora, dime: ¿desequilibras algún aspecto de tu vida? Si la respuesta es “sí”, la siguiente pregunta es: ¿cómo vas a suplir dicho desequilibrio? Anota todas las acciones que tienes que añadir para caminar en coherencia hacia tu objetivo; modifica un poco tu objetivo si es necesario para que de ningún modo tu objetivo te desequilibre.
Ejemplo: voy a tener que hacer ejercicio 5 veces por semana. Para sacar tiempo dejaré de hacer horas extras; puede que esto no le guste a mi jefa (y esto no es deseable, tengo una buena relación con ella), así que reservaré un día para explicarle la situación tranquilamente.
2# ¿Estás dispuesto a asumir las consecuencias de conseguir tu objetivo?
Esta pregunta es en ocasiones obvia: “Pues claro, es algo que quiero”.
Pero claro, si hago la pregunta es por algo, ¿no crees?
Como te decía en este post para conseguir todo lo que te propongas, un objetivo no es más que pasar de un estado actual a un estado deseado. En ese estado deseado hay algo diferente y, a priori, mejor (por eso es “deseado”). En cualquier caso: diferente.
Ahora, imagina: has conseguido tu objetivo, ¿qué es diferente en tu vida? ¿Qué consecuencias (las que sean) tiene el hecho de que tengas tu objetivo cumplido? ¿Cómo afecta la consecución de tu objetivo a tu vida? ¿Y cómo afecta a tu relación con los demás? ¿Hay algo que se ve afectado de manera negativa?
Anota las respuestas en un papel. Ahora, dime: ¿desequilibras algún aspecto de tu vida? Si la respuesta es “sí”, la siguiente pregunta es: “¿cómo vas a suplir dicho desequilibrio?”. Anota todo los cambios que tienes que hacer para que, una vez conseguido tu objetivo, las consecuencias del mismo no te desequilibre; modifica inclusive tu objetivo un poco para conseguir este fin.
Ejemplo: tener más salud es siempre positivo. No veo por ningún sitio que pueda aportarme algo negativo (salvo mi relación con mi jefa que ya habré gestionado).
3# ¿Tu vida con tu objetivo cumplido conserva lo bueno de tu vida sin tu objetivo cumplido?
Este punto es especialmente importante si tu objetivo implica abandonar hábitos u otras actividades que estás llevando a cabo actualmente.
Mira, todo lo que hacemos lo hacemos por algo. Incluso aquello que a priori queremos dejar atrás en nuestras vidas (hábitos tóxicos, por ejemplo).
De lo que se trata es de que de manera consciente veamos lo “bueno” de mi estado actual y me asegure de que seguiré teniendo eso “bueno” en mi vida en mi estado deseado con mi objetivo cumplido.
¿Se entiende la idea? En este post expliqué este concepto con el típico (anti) objetivo “dejar de fumar”.
Luego, lo primero que tienes que pensar es: ¿qué hay de bueno en lo que estoy haciendo actualmente y quiero dejar de hacer? Si tu objetivo pasa por “dejar de fumar”, tal vez fumar en estos momentos te esté proporcionando momentos de evasión, descanso o creatividad. Anótalo.
Ahora, deja volar tu imaginación e imagina que estás con tu objetivo cumplido: ¿qué pasa con todo lo “bueno” que te proporcionaba estar sin tu objetivo cumplido? ¿Puedes asumir las consecuencias? Si sientes que no puedes es que estás desequilibrando tu vida: ¿cómo vas a conseguir ahora “lo bueno” que te proporcionaba tu vida antes de tener tu objetivo cumplido?
Anota todas las nuevas acciones o cambios que tienes que hacer en tu objetivo de modo que todo lo bueno de tu estado actual también esté presente en tu estado deseado.
Ejemplo: tendré que hacer especial hincapié en mi vida social los fines de semana; actualmente la tengo entre semana después de trabajar y ahora ese tiempo lo dedicaré a hacer ejercicio.
No vayas a la loco: pon equilibrio en tu vida
La siguiente vez que plantees una meta espero que te hagas estas preguntas. Tu ecosistema vital te lo agradecerá.
¿Quieres ampliar información? Vuelve al artículo “Cómo formular objetivos“
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