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Objetivos: Pon dirección a tus metas

Escrito por: Iván Ojanguren
Publicación: septiembre 23, 2016

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Descubre la regla de ORO que tendrás que cumplir antes de caminar hacia tu objetivo


¿Es tu objetivo un verdadero objetivo?


Como te comentaba en este artículo para conseguir todo lo que te propongasun objetivo sirve para movernos a un estado deseado; un estado en el cual tendremos y sentiremos aquello que no tenemos o sentimos actualmente.

En este sentido muchas personas cometen el error de no concretar su destino; cometen el error de no definir el estado deseado. Así, es muy habitual encontrarte con personas que se dedican a establecer objetivos del tipo: “no quiero seguir trabajando para esta empresa” o “no quiero tener que preocuparme por el dinero”.

Es como si montas en un taxi y le dices al taxista: “no quiero ir al aeropuerto” o “no quiero que me lleves al centro de la ciudad”. ¿Crees que el taxista te llevará a donde quieres ir en realidad?

No tiene sentido. Además tu cerebro no lo va a entender; y como no lo va a entender, no sabrá qué es lo que tiene que hacer para ayudarte a moverte a ese sitio al que quieres ir. En su lugar, tu cerebro tenderá a huir de la situación actual sin pensar demasiado a dónde tiene que ir a parar, aumentando las probabilidades de que en un breve espacio de tiempo vuelvas a estar exactamente en el mismo punto.

Así, es habitual encontrarte con personas que nunca están satisfechas en su trabajo (aunque cambien periódicamente de compañía); claro, es que cambiamos de empresa porque ya hemos dejado de estar a gusto donde estamos pero sin marcarnos exactamente cuál es nuestra empresa ideal para trabajar, por ejemplo.

Sigue leyendo, estás a punto de descubrir una de las claves para saber cómo formular tu objetivo de modo que sepas la dirección correcta en la que quieres empezar a caminar.

 


Un objetivo nunca contiene la palabra “no”


Es tremendamente legítimo que, a priori, los objetivos contengan la palabra “no”. Y es que por norma general tendemos a movernos a otros lugares vitales debido a que de algún modo no nos sentimos bien ahí donde estamos.

De ahí que sea habitual que nuestros objetivos estén expresados como la definición de aquello que “no queremos”. Por ejemplo: “no quiero seguir pasándolo mal en esta relación” o “no quiero seguir teniendo pensamientos negativos”.

Bien, aunque sea totalmente legítimo enunciar así un objetivo, déjame decirte algo: un objetivo con la palabra “no” no es un objetivo. Es más bien un grito de rabia, una queja. Se trata más de un deseo inconexo y muy distante de ser un objetivo que puedas realmente trabajar.

Si quieres llevar tu objetivo a buen puerto, deberás modificar el enunciado de tu objetivo de modo que no contenga la palabra “no”. ¿Te animas?

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Herramienta# – Transforma tu objetivo: elimina la palabra “no”


Te voy a dar tres estrategias para transformar este tipo de objetivos; para facilitar la comprensión, imaginemos que quiero transformar el objetivo “no quiero seguir teniendo pensamientos negativos”:

  1#: Actúa “como si”

Actuar “como si” significa dejar volar la imaginación y tratar de imaginar que ya has dejado de tener eso que “no quieres”, en nuestro ejemplo, que ya no tienes “pensamientos negativos”. ¿Qué es diferente en tu vida? ¿Cómo te sientes? Lo más probable es que salgan palabras más amables del tipo “me siento bien”, “me siento tranquilo” o “estoy en paz”. Eso ya sí son objetivos. Deberás por lo tanto reformular tu objetivo a “quiero estar más tranquilo” o “quiero sentirme en paz conmigo mismo”. Ahora sí que le estamos diciendo al taxista a dónde queremos ir.

 

  2#: Piensa lo contrario

 ¿Qué es para ti lo contrario a tener pensamientos negativos? Tal vez sea “estar tranquilo” o “vivir una vida relajada”. Estas frases sí que son buenas referencias para tu cerebro; sí que son buenos objetivos por los que merecerá la pena invertir tiempo y energía.

 

  3#: Referencia externa

Si los dos puntos anteriores no dan con “la tecla” para que transformes tu objetivo de modo que lo expreses en positivo, te voy a dar la estrategia definitiva. ¿Listo?

Piensa en alguien que tiene lo que tu quieres o que está como tú quieres estar. En ocasiones estamos tan perturbados por la situación de la que queremos salir que ni siquiera sabemos hacia dónde queremos caminar, es normal. En estos casos lo más sencillo es pensar en ese conocido, allegado, personaje público e incluso personaje histórico o de ficción que te inspira en el sentido de que quieres sentirte o parecerte a esa persona en alguno de los aspectos relacionados con tu objetivo.

Así, en el ejemplo que estamos trabajando, podrías decir “quiero tener la paz interior del Dalai Lama” o “querría sentirme tan tranquilo y despreocupado como mi hermano” (esto un ejemplo, claro, ¡tal vez tu hermano sea justo el caso opuesto!).

En futuros posts veremos que un paso importante será definir qué es lo que significa para ti “tranquilidad”, “despreocupación” o “paz interior”. Te lo contaré muy pronto.

 


Un objetivo nunca contiene aquello que quieres abandonar


¿Alguna vez te has puesto un objetivo del tipo “quiero dejar de fumar” o “quiero dejar de sentirme culpable”? Una vez más con estos objetivos no solo no conseguimos saber realmente qué queremos (solo sabemos lo que queremos “dejar” de hacer o de pensar, pero realmente no le estamos diciendo a nuestro cerebro “qué” queremos en realidad), sino que lo único que consiguen es que nos recuerden que estamos en un sitio en el cual no queremos estar.

De verdad, y no me importa ser pesado en este aspecto: necesitamos saber hacia dónde nos dirigimos. Tenemos que darle al cuerpo las mieles de lo que queremos para que vaya poco a poco pivotando a ese sitio al que queremos ir.

Te propongo un ejercicio rapidísimo para ejemplificar esto. ¿Listo? Bien, durante los siguientes 15 segundos trata de no pensar en un elefante de color azul. En serio, inténtalo.

¿Qué ha pasado? Lo que ha pasado es que no te has podido quitar el dichoso elefante azul de la cabeza ya que es la única manera que tienes para saber si efectivamente estás o no pensando en él.

En esto se basa la reformulación de los objetivos. Si centramos el tiro en aquello que queremos abandonar (que en el fondo es una manera diferente de formular aquello que “no queremos”), estaremos atormentándonos a todas horas, provocando ansiedad y poca o ninguna energía a la hora de hacer lo que tenemos que hacer para movernos a un sitio más amable, más acorde a lo que queremos.

Y al contrario: si mantenemos siempre en nuestro radar vital aquello que queremos conseguir, ya le estaremos dando a nuestro cerebro esas sensaciones, aumentando pues la realimentación de dichos pensamientos positivos.

 


Herramienta# 

Transforma tu objetivo: elimina lo que quieres abandonar


Te voy a dar un par de estrategias para transformar este tipo de objetivos; usaremos como ejemplo el típico objetivo de “dejar de fumar”.

  1#: Actúa “como si”

Al igual que en el ejemplo anterior, imagina que que ya  “has dejado de fumar”. ¿Qué es diferente en tu vida? ¿Cómo te sientes? ¿Qué sucede cuando ya has dejado ese hábito? Lo más probable es que salgan palabras más amables del tipo “tengo más salud” o “soy más independiente” . Eso ya sí son objetivos. Deberás por lo tanto reformular tu objetivo a “quiero más salud e independencia”, por ejemplo.

  2#: ¿Para qué quieres abandonar eso?

¿Para qué quieres dejar de fumar? ¿Qué quieres conseguir una vez dejes de fumar? Normalmente aquí surgen frases del tipo “quiero estar más tranquilo” o “quiero disponer de un mayor poder adquisitivo”. De nuevo, estamos dándole la vuelta a la tortilla para realmente saber el fin último que perseguimos una vez que “dejemos de fumar” o cualquier otro hábito (de acción o pensamiento) que queramos abandonar.

 


Reformula tu objetivo


Después de leer las distintas herramientas que te he dado, deberías ser capaz a escribir un objetivo expresado en positivo (sin la palabra “no” y sin que contenga aquello que queremos abandonar). Esto es de vital importancia, créeme.  

¿Ya lo tienes?

Por fin, nos hemos quitado el elefante azul de nuestra cabeza. Por fin hemos sabido decirle al taxista a dónde nos queremos dirigir, ya puede introducir la dirección en su GPS. 

Si después de poner en práctica estas herramientas sigues viendo tu particular elefante, escribe un comentario en este post: estaré encantado de echarte una mano.

 

¿Quieres ampliar información? Vuelve al artículo “Cómo formular objetivos

 

2 Comentarios

  1. Pilar

    Hola Iván, Felicidades por esta iniciativa. He leído las novedades de tu blog y me gustaría recomendar a los y las blogueros que aprovechen los talleres de crecimiento personal que ofreces para poner en práctica el contenido de los post. Tuve la oportunidad de participar en el primero de ellos “Hazlo realidad” y merece la pena probarlo para revisar dónde estamos y qué queremos lograr personalmente. Confío poder participar en “Apasiónate”. De antemano, muchas gracias.

    Responder
    • ivan ojanguren

      Hola Pilar!

      Muchísimas gracias a ti por tu apoyo, de verdad! Si consigo acompañarte con este blog o con mis talleres en algún trecho de tu camino, ya me doy por satisfecho 🙂

      Ánimo con todo y claro, nos vemos en el próximo taller! 😉

      Responder

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